¡Ya basta la explotación de lxs practicantes!

El crecimiento de la economía mundial descansa en parte sobre el aumento del trabajo gratuito de millones de estudiantes en el marco de sus formaciones académicas. Algunxs deben cumplir obligatoriamente cientos de horas de trabajo no remuneradas en el marco de sus practicas con el fin de obtener su diploma universitario o colegial. El trabajo realizado por lxs estudiantes en situación de practica está sujeta a la lógica competitiva con exigencias similares a las que se encuentran en empleos asalariados.

La cantidad de practicantes continúa creciendo en todas las áreas de educativas. Este aumento surge en el contexto de reestructuración de políticas y de instituciones públicas, que sufren regularmente hace décadas, el equivalente de varios millones de dólares en contrataciones presupuestarias, esto en un contexto de subfinanciación crónica del medio comunitario, lo que restringe enormemente la contratación de trabajadores a tiempo completo en condiciones de trabajo decentes. Por lo tanto, volvemos cada vez más al trabajo atípico (a tiempo parcial, contractual, etc.) y gratuito, recurriendo a la contratación de practicantes que sostienen en sus brazos un sistema que se está derrumbando. Sin embargo, lxs practicantes no se benefician generalmente de todas las protecciones sociales y ventajas legales previstas por la Ley de normas laborales, que se aplican a lxs trabajadores cuyo trabajo es socialmente reconocido a través de un salario. Lxs practicantes no remuneradxs son la parte la más visible de una nueva categoría de trabajadores quienes, por su estatus social ambiguo, están disponibles para la explotación desvergonzada y brutal, a la cual, la economía actual da una aparente necesidad.

La población en programas con practicas tiene poco que ver con la concepción estereotipada de lxs estudiantes, que se vinculada por la derecha para justificar la degradación de sus condiciones de estudios, es decir la de millennials ociosxs y caprichosxs. Al contrario, se encuentran en los programas escolares que incluyen practicas, una fuerte concentración de personas de origen inmigrante cuyos diplomas adquiridos en el extranjero no son reconocidos. También hay parientes de estudiantes, adultxs que vuelven a los estudios, personas que viven con enfermedades crónicas, físicas o mental, etc. Esa gente lleva a cabo sus estudios al precio de sacrificios inmensos.

El denominador común de los programas con practicas no pagadas, obligatorias o no, es sin duda el hecho que se encuentre una fuerte concentración de mujeres, tanto en los ámbitos de la asistencia (docencia, enfermería, trabajo social, etc.) como de la cultura. Sectores donde se asimila la explotación, la vocación y las oportunidades de carrera. Esta realidad parece aún más inaceptable cuando uno sabe que en USA y en Canada las prácticas en sectores tradicionalmente masculinos son a menudo muy bien pagados, lo que aumenta la jerarquía entre los programasde y impide la igualdad de trato para todxs lxs estudiantxs.

En este Día internacional de lxs practicantes, nos movilizamos como miles de otros practicantes en distintas regiones de América del norte y del mundo para denunciar los abusos y la explotación. Llamamos a la movilización de todxs lxs trabajadores, especialmente de todxs lxs practicantes, para exigir un sueldo y condiciones de trabajo decentes.

Nuestras voces siempre suenan más fuerte cuando se unen a las de los demás, nuestra acción es más potentes cuando es colectiva. Para detener la extorsión continua del trabajo de lxs practicantes de todas las áreas, creemos que hay que lanzar una ofensiva común y organizar una huelga general de las practicas. La interrupción colectiva y política de las practicas es la mejor manera de hacer una presión sobre las personas y los poderes que aprovechan de nuestro trabajo gratuito para forzarlos a darnos un salario el cual es nuestro derecho. La huelga, también, nos permite movilizarnos sin incurrir al agotamiento y organizarnos colectivamente para defender de cara al mundo el proyecto de una sociedad liberada de la explotación.